En el apogeo de mis "aventuras" con el A-PVP, me enviaban 3 kilos al Medio Oeste de EE.UU. por 5.600 dólares y cuando vendí mi último gramo cobré 200 dólares por él. Ahora, aquí está la parte jodida: Me senté en los primeros 100 gramos que pedí durante casi 2 meses ¡y no gané ni un céntimo! Nadie que conociera lo probaría ni me ayudaría a mover ningún producto en la zona donde vivo. A todos les aterrorizaba y estaban convencidos por los medios de comunicación de que acabarían comiéndose la cara de alguien. Cuando conocí a un par de personas que vivían en el estado vecino y que eran consumidores habituales, mi teléfono no dejó de sonar. Siguió así durante un año y medio, siempre de primera calidad y ni una sola vez lo corté ni le quité peso a nadie. Como resultado, nunca nadie intentó robarme y siempre pagaron por adelantado. Tras la prohibición de la O.M.S., el precio se disparó y mi reserva se agotó rápidamente. Nunca pensé que me sería imposible conseguir más, pero desde entonces no he vuelto a tenerla ni una sola vez. La primera lección que aprendí es que debes localizar una zona con mercado para tu producto para que sea rentable. La siguiente fue que siempre debes cumplir tus promesas. Y esto es doble o triple en el caso de los proveedores. Nunca seas irrespetuoso y no busques un mejor trato si ya tienes algo bueno entre manos. Por último, pero no por ello menos importante, nunca te fíes de una mujer.
